miércoles, 31 de octubre de 2007

Y pásenlo de muerte!!!


…algún maestro desventurado a quien la inexorable Fatalidad ha perseguido encarnizada, cada vez más encarnizada, hasta que sus cantos no tengan más que un solo estribillo, hasta que los cantos fúnebres de su Esperanza hayan adoptado este melancólico estribillo: “¡Nunca! ¡Nunca más!”

1 comentario:

alejandro dijo...

Berenice y yo eramos primos y crecimos juntos en la heredad paterna. Pero crecimos de distinta manera: yo, enfermizo, envuelto en melancolía; ella, ágil, graciosa, desbordante de fuerzas; yo, viviendo encerrado en mi mismo y entregado en cuerpo y alma a la intensa y penosa meditación; ella, vagando despreocupadamente por la vida, sin pensar en las sombras del camino o en la huida silenciosa de las horas de alas negras. ¡Berenice! Invoco su nombre...¡Berenice! Y de las grices
ruinas de la memoria mil tumultuosos recuerdos se conmueven a este sonido.¡Ah, espléndida y, sin embargo, fantástica belleza!¡Oh sílfide entre los arbustos de Arnheim!¡Oh náyade entre sus fuentes! Y entonces, entonces todo es misterio y terror, y una historia que no debe ser relatada. La enfermedad -una enfermedad fatal- cayó sobre ella, y mientras yo la observaba, el espíritu de la transformación la arrasó, penetrando en su mente, en sus hábitos y en su carácter, y de la manera más sutil y terrible llegó a perturbar su identidad. El destructor iba y venía y la víctima yo no la reconocía o, por lo menos, ya no la reconocía como Berenice.

Edgar Allan Poe, "Berenice".