viernes, 31 de octubre de 2008

Contra la estupidez, los propios dioses ¿luchan en vano?

Odeen pasaba junto a un grupo de Emocionales que tomaban el sol. Todas empezaron a agitarse ante la extraordinaria vecindad de un Racional con un grupo de Emocionales, y se comprimieron para provocarle, movidas todas ellas por el estúpido impulso de proclamar que eran Emocionales. Él solo sintió desprecio, y ningún temblor de atracción correspondida alteró la suavidad de sus curvas. Pensó en Dua y en lo diferente que era de todas ellas. Dua nunca se comprimía como no fuera para atender a sus propias necesidades internas. Nunca intentaba atraer a nadie, y era eso lo que la hacía más atractiva. Si se hubiera decidido a juntarse con aquel montón de cabezas huecas, él hubiese podido reconocerla con facilidad por el solo hecho de que sería la única en no comprimirse, sino más bien al contrario: se abultaría precisamente porque las otras se comprimirían.

Los propios dioses - Isaac Asimov

1 comentario:

Mordisquitos dijo...

¿De qué me suena esta novela? :)