domingo, 13 de enero de 2008

Wonder Woman en Playboy

La contradicción es la más humana de las superhabilidades de las que goza la themisciriana por antonomasia, la princesa Diana, también conocida como Wonder Woman. De ahí que no me llamara especialmente la atención la portada que están admirando en estos momentos. Si, los pantalocintos están pintados y no, con esos tacones ninguna mujer, ni siquiera una legendaria amazona, podría acabar con los malos.

Sin embargo, entiendo el cabreo de la señorita MacDonald, dueña y señora del fantástico blog The Beat. Por primera vez en los sesenta años de historia de este cómic una mujer, Gail Simone, se encarga de escribir las aventuras de uno de los vértices de la sagrada trinidad de DC y, acto seguido, una melonuda posa desnuda en la portada de Playboy. Entiendo su enfado, pero no lo comparto.

En todos estos años de lucha en el mundo patriarcal la puritana Wonder Woman se ha paseado por medio mundo embutida en un corpiño dorado y una bandera estadounidense. Ha sido su indumentaria lo que, paradójicamente, la ha convertido en un icono cultural eminentemente americano. Su discurso, conservador y políticamente correcto, no ha eclipsado jamás el buen ver de sus glándulas mamarias. Y cuando Greg Rucka y Phil Jiménez la armaron de los sólidos argumentos que la ayudarían a superar el lastre de su anatomía, la editorial decidió que la niña ya había sido suficientemente traviesa, por lo que debía volver a los tópicos maquillados y a las hostias como panes.

Moraleja. Una portada de Playboy vale más que una de Cosmopolitan. El icono perdurará terriblemente sexualizado. No me miren así. A mi me gusta más cuando posa con sus brazaletes y está calladita que cuando predica sobre la Verdad. A veces me da la impresión de que solo su creador sabía realmente qué hacer con ella. También estoy segura de que Wonder Woman en manos de una mujer sería otra historia; no obstante, no tengo muchas esperanzas puestas en la señorita Simone.

1 comentario:

Werewolfie dijo...

>>Su discurso, conservador y políticamente correcto (...)

Al contrario. No es sólo que naciese como un icono de un cierto modo de entender el feminismo que difícilmente puede tildarse de conservador, sino que ocupó el lugar del personaje revolucionario frente al conservador -éste sí- Superman
aquí, por ejemplo. En lo que sí te doy la razón es que, aparte de su creador -y George Perez y, hasta cierto punto, Phil Jiménez- nadie sabe qué hacer con ella. Es un personaje que supera con mucho a la mayoría de las personas que la escriben...