miércoles, 15 de octubre de 2008

Mientras Bolaño se enamoraba de Barcelona...

"Dice que está bien. Tú dices que estás bien y piensas que ella debe estar realmente bien y que tú estás realmente bien. Su mirada es bellísima, como si viera por primera vez las escenas que deseó toda su vida. Después llega el aliento a podrido, los ojos huecos aunque ella diga (mientras tú permaneces callado, como en una película muda) que el infierno no puede ser el mundo dónde vive. ¡Corten ese texto de mierda!, grita. El caleidoscopio adopta la apariencia de la soledad. Crac, hace tu corazón."

Roberto Bolaño - La Universidad Desconocida
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La Barcelona de Bolaño está sucia. En ella viven pelirrojas de ojos húmedos que suplican por una polla más grande que su consolador. Las niñas perdidas se abren enteras, como flores salpicadas de cuentos chinos, de mentiras absolutas. Los niños arrancan los pétalos, se los meten en la boca y vomitan excusas. Se derraman. Sobre Barcelona, una ciudad que empieza en tu boca y acaba en mi cuaderno de notas.
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Madrid, en cambio, está limpia. Desinfectada. Esta es una ciudad de lejía por las esquinas y meadas fuera del váter. Un proyecto de laberinto que ya no admite en sus marquesinas ni ninfómanas, ni locas de atar. Está viva, pero agoniza.

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