lunes, 19 de octubre de 2009

Amor especular

Amelie Nothomb dice que uno se enamora de aquellos a los que no soporta, de aquellos que representan un peligro insostenible. Cita a Schopenhauer y el instinto de procreación como coartada, igual que Gabriela Wiener en su maravilloso y absorbente Nueve lunas. El amor es lo que evita que Amelie sea una asesina en serie. Para Gabriela, el amor entre dos mujeres, y más si una ha parido a la otra, es lo más parecido al amor pasional. La Plath mató muy bien a su progenitora, recuerda, y Anne Sexton dijo aquello de una mujer es SU madre.

"Tenía miedo de convertirme en mi madre pero me daba aún más miedo que una posible heredera mía se convirtiera en una hija como yo. Finalmente, lo que temía es la posibilidad de generar una mala copia residual de mí misma, capaz de odiarme aún más de lo que yo me odiaba." No queremos reflejos, eso habría que gritarle a Lem a la oreja. Eso le susurra Rinri a Amelie sobre las sábanas: "[las japonesas] no son ellas mismas (...) a mis amigos y a mi nos parece que para esas chicas solo somos espejos". No entiendo el reproche. El sujeto busca el sentido, su sentido, en la mirada del otro. Solo unos pocos se pierden en el desierto para encontrar su imagen (y semejanza).

En el epílogo, Gabriela confiesa: "Mirar a tu bebé recién nacido se parece a tomar éxtasis. Una mezcla de extrema suavidad, aprensión y ganas de bailar". La poeta triste sí es Beatrix Kiddo.

No hay comentarios: