jueves, 10 de julio de 2008

Los ingenieros me matan

Los ingenieros son una raza privilegiada e incomprendida. Como los plumillas. Os dejo con el retrato de una periodista que ha de hacerse a ellos debido a su empleo. El relato en cuestión no me es ajeno, pero no voy a dar más detalles sobre el tema. Por cierto, gracias al alma cándida que me enviado semejante crónica vital, ha demostrado tener un gran espíritu de autocrítica, :)

Cosas de la vida, resulta que trabajo en un centro rodeada de ingenieros. Esta circunstancia, que en cualquier otra instancia de mi vida, hubiese hecho realidad uno de mis más repetidas fantasias (antecedentes: Facultad de Periodismo, Complutense, 150 personas por clase, alta representación femenina) se convierte, de repente, en una de mis peores pesadillas Ten cuidado con lo que deseas, como diría Oscar Wilde, no sea que se vaya a cumplir. Et voilá!

Los ingenieros tienen, como todo el mundo, su forma especial de categorizar la complejidad de las cosas que les rodean: y así, dividen el mundo entre aquellos que, como ellos, son ingenieros y los que no lo somos. Una vez que has entrado en la categoría B (non engineering), es bastante difícil conseguir que den autoridad a ninguna de las palabras que tú emites.. Para ellos da igual que hables de complicados sistemas energéticos o de cuestiones de comunicación, en cualquiera de los casos tus palabras no están dotadas de la autoridad necesaria.. Lo que te pone en situaciones complicadas que has de vencer de forma astuta: pensando como pensaría un ingeniero. Yo, por ejemplo, consigo que el ingeniero mayor me de el visto bueno, lo que no resulta nada fácil, y, una vez en este punto, circulo la información más como si fuese resultado de sus pensamientos, del ingeniero que más sabe, en lugar de mis propias ideas. Y entonces todos contentos (excepto yo, claro está, a juzgar por el tono socarrón de mis palabras).

Pero anécdotas a un lado, lo que sí me resulta interesante, una vez que uno es capaz de sentarse y ver las cosas con distancia, es cómo aquello que hemos estudiado estructura nuestra forma de ver la vida, crea una arquitectura espacial en nuestro cerebro hasta condicionar nuestra percepción de las cosas y que llega incluso a afectar a nuestra capacidad de respuesta a los desafíos diarios de la vida.


Seguir leyendo: Una periodista perdida en un mundo de ingenieros

7 comentarios:

Mordisquitos dijo...

No es por nada,pero ¿acasola creación de información no es la generación de una categoría cerrada? Si no, ¿qué son las bases de datos? Una crítica constructiva: me parece que los periodistas sois los únicos que todavía no vivís en la sociedad de la información, seguís con argumentos beatniks de los años cincuenta en los que el sujeto es un ser libre, complejo y libre de cualquier atadura. Perdona, acabo de descubrir el maravilloso mundo del software libre y me he levantado elucubrandoen código binario :)

Elisa McCausland dijo...

Y qué tal con el software liberado, pequeño mordisquitos???

En lo de ingenieros los arquitectos también os dais por aludidos, :P ???

Anónimo dijo...

Lo del espiritu de autocrítica es algo francamente discutible. La persona que te ha enviado esto sólo le falta una cosa para ser perfecta, y es ser inmortal.

Besos.

Elisa McCausland dijo...

Pues mucho tiene que haber cambiado, :P

Anónimo dijo...

Buah! Tendrías que verlo!

Anónimo dijo...

pero cuánto de nosotros perdemos por el camino....! más que formarnos, nos DESformamos! Reivindiquemos nuestra autenticidad!

abrazo pequeña delirio, mis progenitores encantados con el artículo!!

AAN dijo...

Jejeje. Es tan cierto!!! Yo conozco, es más, tengo amigos ingenieros telecos y son los peores... Siempre creen que tienen razón y no dejan de comparar la complejidad de su carrera con la sencillez e inutilidad de la nuestra (soy periodista también).

Besito, Ela