domingo, 27 de febrero de 2011

Las necesidades del friki


"En The Big Bang Theory se propone la posibilidad de la desaparición de lo sexual en el seno de una comunidad masculina cuyas necesidades básicas parecen cubiertas por fetiches de la contemporaneidad: la ciencia, la informática, la memoria del cine de consumo o del cómic como sustitución de la vida".

Carlos Losilla en ¿Qué fue de la 'sit-com'? (Cultura|s 453)

Perfecta carne en descomposición

Aronofsky firma esta segunda parte del díptico cárnico -que inaugurara con El Luchador- utilizando sangre y psicoanálisis. Duele y, a la vez, fascina. Se nos narra que la perfección pasa por el sacrificio de la carne; el escenario es el altar donde ofrecer esa comprensión última y extrema entre las dos partes de una mujer sometida por una figura maternal distorsionada que despierta al enfrentarse -y sucumbir- a su oscuro doppelganger. Eros y Tánatos. Pulsión de muerte y narcisismo extremo. Una fábula freudiana puesta al servicio de la mutación de Nina/ Natalie Portman, detonada ésta por la imperfecta Lily/Mila Kunis, la criatura más magnética y coherente de la película.

viernes, 18 de febrero de 2011

"Delivery cruelty is not forgettable!"

Tranvías llamados Deseo y Cementerio...

martes, 15 de febrero de 2011

Big Culo Day: Batwoman

Un año más, Jotacé invita a la chavalada a su Big Culo Day. He elegido para la ocasión una disputa conyugal entre Kate Kane y Renee Montoya. No me digan que no les encanta la combinación de corpiño y planetas escogida por la pelirroja, por no hablar del top deportivo y los vaqueros de la agente del orden. Difundan la palabra!

lunes, 7 de febrero de 2011

Amor y otras bizarradas

Una fábula corporativa teñida de historia de amor. Como ¿En qué piensan las mujeres?, pero con peor final -aunque menos conservadora en la representación conyugal-. Cuánto ha pagado la farmacéutica Pfizer por este publirreportaje es lo de menos; lo interesante de Amor y otras drogas está en las orgías entre médicos y visitadores farmacéuticos como metáfora. O en cómo dar con la dosis exacta de humor políticamente incorrecto en la que diluir la responsabilidad de un sistema sanitario corrupto y disfuncional.

Wonder Woman según Frank Miller


Metrópolis. La ciudad de los sueños. Sueños de hombres. Apesta a hombres. A portales y cabinas de teléfono obsoletas y abandonadas, utilizadas como urinarios. A sudor de la mañana empapado en alcohol, humo de cigarrillos rancios, vapores negruzcos de alquitrán y aftershave mareantemente dulce.

- Fuera de mi camino, banco de esperma
- Si, señora. Lo que usted diga, señora.

La brisa del mar apenas dispersa el hedor. Este mundo de hombres apenas deja un mal sabor. Hombres. No saben hacer nada bien. Los hombres siempre mienten. Acerca de todo. Los hombres siempre lo estropean todo. Todo. Al menos insistieron en reunirnos en Metrópolis. Por malo que sea esto, no es esa letrina que llaman Gotham City. Con su espantoso Batman. Que se sepa, es el peor del grupo. Es un escándalo. Incluso para el nivel de los hombres, es un escndalo. Es abrumadoramente obvio que hace falta hacer algo con ese Batman. Ruego para que, aunque solo sea esta vez, los hombres tengan las agallas de hacer lo que hay que hacer. (...)

- Te voy a dar algo frío. Frío y simple. Cazamos a ese Batman como el perro rabioso que es. Le matamos. Cortamos su cabeza y la clavamos en una estaca y se la ofrecemos a tus "autoridades" como primer regalo de la Liga de la Justicia. Anunciamos a todo el mundo que controlamos a los nuestros. Si ninguno sois lo bastante hombre, yo misma me encargaré de ese psicópata.

All Star Batman & Robin, de Frank Miller y Jim Lee


La Wonder Woman de Frank Miller es una amazona testosterónica, bastante malhumorada y deseosa de chocar frontalmente con el Hombre de Acero. No me cuadran ni el escote ni los tacones pero eso de parecer Valerie Solanas viñetas antes de plegarse al krytoniano tiene su aquel. La imagen es un boceto de Bill Sienkiewicz, otro dibujante con debilidad por los tacones. A Marston también le gustaban, aunque la Wonder Woman de entonces buscaba el empoderamiento con otras estrategias más sutiles, menos obvias. Las chicas de Frank Miller, sin embargo, siempre gustaron del exceso.