miércoles, 30 de enero de 2008

Días literarios y literales

Las mañanas me suelen costar. Reunir las fuerzas suficientes y decidir que ya es hora. Ya es hora. Maquillarte con tu mejor traje. Sonreir. Y abrir la puerta a un nuevo día laboral. Las mañanas parecen costarle a todo el mundo. No me consuela. Las sonrisas escasean en el subterráneo. No te digo ya las risas. Lo que si encuentras bordeando las nueve son prisas. A una letra de diferencia, las manos en los bolsillos, mirada en los zapatos y, uy! alguien sujeta la puerta. Corres, porque un gesto así no hay que despreciarlo. Saludas a la kioskera y reparas en la anciana con la que coincides algunas veces. Parece cansada de todo y, aún así, se agarra a su bolso por las mañanas y sale. A pasear.

Últimamente compro libros, o por impulso o por recomendaciones de otros. Tengo una Casa del Libro cerca del trabajo. Se puede tomar café de Colombia en su interior. Pero sigue siendo una tienda muy de esta zona. Los títulos arriesgados miran tímidamente desde sus estanterías. Los grandes protagonistas son Ken Follet y Peñafiel. La ciencia ficción, junto a la literatura extranjera de bolsillo, se oculta tras la zona infantil. Unas mesitas de colores hacen de este lugar un sitio acogedor. En ellas encuentras a madres exhaustas al final del día que leen a sus criaturas mientras sorben su café recién tostado.

Ayer me perdí un ratito entre sus estanterías después del trabajo. Nunca vi tan fuera de lugar La conjura de los necios o Plataforma de Houllebecq. Llamó mi atención un pequeño tomo de cuentos de Maupassant, una curiosa selección de cuentos cargaditos de erotismo. Junto a la sección de cuentos infantiles. Puede parecer irónico. O subversivo. Una revolución sutil y deliciosa, pensé. Y me fui a casa con mi caza en la mochila, consciente de mi reciente glotonería literaria, pero con burbujas en las manos llenitas de deseos. A punto de hacerlos estallar...

La imagen es de una ilustradora arrebatadora, Rebecca Dautremer.

lunes, 28 de enero de 2008

Encuentran negativos de la Guerra Civil de Taro, Capa y Seymour

"Más de 3.000 fotografías inéditas de la Guerra Civil española realizadas por Robert Capa han sido descubiertas tras pasar 68 años ocultas en México. (...) Las imágenes, algunas de ellas tomadas por Gerda Taro, compañera de Capa, así como por David Seymour, muestran combates y escenas cotidianas durante los años de la Guerra Civil en España" Más en El Mundo.

No me malinterpreten, ni me lean las intenciones. Hoy estoy melodramática. Este nostálgico descubrimiento ha pulsado el botón de la historia en mis dedines; concretamente, en torno a todo aquello que relaciona el amor y la guerra en las carnes de la pareja de fotógrafos formada por Gerda Taro y Robert Capa. Cuenta la leyenda que ella era mucho mejor fotógrafa que él, pero un tanque republicano en Aravaca (Madrid) acabó con ese fantástico potencial por error. Desde ese momento, y con el corazón pulverizado, Capa vagaría de guerra en guerra capturando "instantes decisivos". Fotografiaría el desembarco de Normandía. De paso por Nueva york fundaría la Agencia Magnum. Y moriría en otra guerra, la de Indochina, en 1954.

Dicen que nunca más se enamoró. Taro fue su pulsión. Su muerte le empujó a la inconsciencia e hizo de él un yonki de la imagen, un romántico, un héroe triste, un hombre inacabado...

Cambios de look...

Desde la fabulosa Entrecomics me traigo a mi hogar lo siguiente: El rotulista Todd Klein ha dedicado 5 entradas en su blog (1, 2, 3, 4 y 5) a analizar los orígenes y las transformaciones del logo de Wonder Woman a lo largo de los años. No sé cómo darles las gracias por semejante descubrimiento...

viernes, 25 de enero de 2008

You look so fine...

Pensaba en lo bonito que es desnudarse sin quitarse la ropa. Como follar con camiseta o rozar la mano de un desconocido en el metro. Cuando te visitan las canciones de períodos turbulentos por la noche, te levantas con más ganas. Los brazos abiertos, en cruz. Dispuesta a que todo cambie.

Hace unos días admití que me había perdido. Pero recordé que alguien me dijo que era luminosa. Me gustó hacerme con la a de un poema de Rimbaud. Construyéndome una personalidad. Como en La Casa de los Secretos. Ese cómic llenó un verano de mi malentendida adolescencia. Y Goethe. Ambas pasiones parecen calentarse hoy, a la vera de unas cuantas bandas sonoras originales y un menú que todavía estoy maquinando.

Soñaba hace unas noches con pedacitos del pasado haciéndose presente. A fuego lento. Y el despertador clavándose en mi espalda. Tempus fugit. Otra vez. Pero podré poner en práctica todos los tópicos heredados, como cuando nos escribíamos cartas. Para reirnos de ellos. Y del resto...

Garbage - You look so fine

jueves, 24 de enero de 2008

Cosifícame, por favor!

No es que tenga el espíritu demasiado juguetón estos días pero la noticia me ha arrancado una sonrisa. Y es que el IVAM repasa, en 66 fotografías realizadas entre las décadas de los 50 y los 80 y 27 portadas de revista, un fetichismo que respeto (servidora es más de manos) y que comparto a medias. El nombre del susodicho es Elmer Batters y adoraba los pies de ellas. Muy mucho y de manera retorcida. Una delicia.

Un detalle un poco extraño, de esos que me gustan a mi: contrataba a modelos y las fotografiaba en su casa. Su mujer siempre estaba a su lado, por si necesitaba ayuda. Y me ha hecho gracia enterarme porque a Helmut Newton le pasaba algo parecido...

domingo, 20 de enero de 2008

Nick Dewar y sus metáforas visuales

Nick Dewar, encontrado en Con C de Arte. La imagen escogida me parece sublime y no puedo más que recomendarles un librito que me ha cambiado un poco la vida, los Pequeños cuentos misóginos de Patricia Highsmith, esa gran señora.

miércoles, 16 de enero de 2008

La política es mejor que el sexo

Pedí permiso hace tiempo para colgar ésto por aquí. El autor es un genio posmoderno al que le pone leer The Economist de manera intermitente. También es especial. Brilla para mi. Y para todos.
Barack Obama Jr. Y es que aparte de ser mulato, tener una sonrisa preciosa, haberse opuesto a la guerra de Irak cuando era un mindundi, escribir biografías superventas no aptas para diabéticos de puro empalagosas y meapilas, y decir muchas veces las palabras "cambio" y "no creo en una america blanca y en una america negra, creo en los estados unidos de America" se desconocen otros meritos y propuestas del ciudadano O.

Un señor de ficción que, eso sí, resuelve mejor que nadie la imperiosa necesidad de una América más fea de lo que está dispuesta a admitir de seguirse retrotrayendo rumbo a unos años sesenta gloriosos en los que el bienestar del "new deal" se conjubaban con los deseos de libertad y emancipación de una sociedad inocente... Así es Obama: un caramelo sin azucar para "baby boomers" nostálgicos y fans de "Forrest Gump". Mucho más agradecido que votar a una odiosa señora fálica, preparada, que mira a la realidad de frente, uniformada de traje sastre y perlas que va con una cartera de asuntos urgentes encima de la mesa.

Gracias Santi.

lunes, 14 de enero de 2008

XXY

"En lugar de rechazar lo que es diferente habría que cuestionar el pensamiento binario con el que nos educaron: todo se divide en verdadero o falso, normal o anormal, hembras o machos." Germán Palacios - XXY


Me han surgido dudas sobre la definición. Querría acostumbrarme a los grises, pero supone correr muchos riesgos. Querría creer que los principios son solo eso, pero me dicen que los cimientos deben ser fuertes y robustos, como mis piernas, para sostener todos los golpes del mundo. Pero, ¿y si quiero que me golpeen? Volverme permeable. Una vocal abierta por la que pasen todos los infinitivos. No quiero hormigón armado en mis principios. No quiero principios. Dame todas las ideas que componen el mundo. Acompáñalas de todos los permisos. Una llave y quinientos pasaportes. Lee mi código genético. Y apártate. Una bestia anda suelta.

Filosofía Pop

La portada del Sgt. Pepper's (...) decía en verdad lo que parecía decir: que Sonny Liston y Stockhausen están exactamente al mismo nivel, que los logros de Oscar Wilde no pulsan una fibra del espíritu jerárquicamente superior a la que tocan los de Marilyn Monroe y que Karl Marx no es por ningún concepto más venerable que Lenny Bruce. ¿Era esto demasiado decir? ¿Una sobredosis o un exceso de igualdad? De acuerdo con las leyes de la naturaleza (que son, en verdad, también las del mercado, las de la historia y las de la tribu), todo tiene una identidad y un destino (los blancos son blancos, hagan lo que hagan, como el jabalí no puede hacer nada para dejar de ser jabalí) y, en este sentido, es equivalente (un blanco es igual que otro blanco y, visto un jabalí, vistos todos), se conforma a su "imagen". Pero de acuerdo con las leyes de la libertad (que inspiran o deberían inspirar las del Estado y las de la ciudad), ningún ser racional es idéntico ni equivalente a otro; en este sentido, la igualdad de los seres libres no es identidad ni equivalencia, sino igualdad de los inconmensurables, de los incomparables, y no se basa en la equivalencia de los contenidos de sus acciones (cuya diversidad es irreductible) sino en la universalidad de su forma (la libertad). Elvis empezó a cantar canciones de negros porque existían condiciones objetivas para derribar las barreras entre negros y blancos, condiciones que hicieron que los negros se olvidaran de que eran negros y que Elvis o Lennon no reparasen en que eran blancos: ¿no formará parte de la bondad de esas canciones y de su infracción de las reglas del mercado discográfico el que al escucharlas oímos esa regla maravillosa?

domingo, 13 de enero de 2008

Marcos Chin en The Last Playboy

Del blog The Last Playboy rescato esta alucinante ilustración de Marcos Chin. Aprovecho para apuntar que, si alguno de ustedes se encuentra en Los Ángeles, no dejen de pasarse por la Galería 1988 para deleitarse con el tributo artístico a propósito de la obra creada por Stan Lee.

Aquí tienen un enlace a algunas de las obras y si pinchan aquí viajarán a un post de los entrecomiqueros con más enlaces y más fotos. De todas, esta es mi favorita. La firma Brandon Steen.

Wonder Woman en Playboy

La contradicción es la más humana de las superhabilidades de las que goza la themisciriana por antonomasia, la princesa Diana, también conocida como Wonder Woman. De ahí que no me llamara especialmente la atención la portada que están admirando en estos momentos. Si, los pantalocintos están pintados y no, con esos tacones ninguna mujer, ni siquiera una legendaria amazona, podría acabar con los malos.

Sin embargo, entiendo el cabreo de la señorita MacDonald, dueña y señora del fantástico blog The Beat. Por primera vez en los sesenta años de historia de este cómic una mujer, Gail Simone, se encarga de escribir las aventuras de uno de los vértices de la sagrada trinidad de DC y, acto seguido, una melonuda posa desnuda en la portada de Playboy. Entiendo su enfado, pero no lo comparto.

En todos estos años de lucha en el mundo patriarcal la puritana Wonder Woman se ha paseado por medio mundo embutida en un corpiño dorado y una bandera estadounidense. Ha sido su indumentaria lo que, paradójicamente, la ha convertido en un icono cultural eminentemente americano. Su discurso, conservador y políticamente correcto, no ha eclipsado jamás el buen ver de sus glándulas mamarias. Y cuando Greg Rucka y Phil Jiménez la armaron de los sólidos argumentos que la ayudarían a superar el lastre de su anatomía, la editorial decidió que la niña ya había sido suficientemente traviesa, por lo que debía volver a los tópicos maquillados y a las hostias como panes.

Moraleja. Una portada de Playboy vale más que una de Cosmopolitan. El icono perdurará terriblemente sexualizado. No me miren así. A mi me gusta más cuando posa con sus brazaletes y está calladita que cuando predica sobre la Verdad. A veces me da la impresión de que solo su creador sabía realmente qué hacer con ella. También estoy segura de que Wonder Woman en manos de una mujer sería otra historia; no obstante, no tengo muchas esperanzas puestas en la señorita Simone.

Me reafirmo en mi no quererte

Últimamente pienso en cosas que pasaron hace mucho tiempo. Me siento más ligera después de enviar unas cuantas cartas. Hubo un tiempo en el que yo era epistolar. Luego, perdí la costumbre de enviarlas. Siempre he tenido la impresión de que nos construimos mientras escribimos. He conocido hermosas almas que necesitaban de muchas palabras para definirse. Enmarcarse en rojo, de ahí los pintalabios. Pero el rojo es un color terrible. Decir que es un significante preñado de demasiados significados es redundante pero necesario. También es un símbolo. Pero, sobre todo, es un marco referencial. Todo esto venía a propósito de un recuerdo y de una persona. Dos mujeres me han levantado esta mañana. Una que, vestida de rojo, bailaba en una piscina llena de tiburones. Perfectamente definida, como puta, como extraña, como criatura liberada y libertaria. Otra que, más que mujer, es un recuerdo de una enamorada. Ella pertenece a ese mundo de magia, cosas pequeñas y duendes que solo se pierden en los mapas. Una observadora con cierta afición al contagio. Y, es curioso, pero suele ser un mal síntoma que todos hablen mal de sus ex. Este rigor a la hora de satanizar es el que me asombra. Y lo entiendo. No hay que dejarlas salir sin correa. Peligrosas todas ellas si leen. No obstante, a mi siempre me gustaron más las que se decidieron por escribir...

La imagen pertenece a una campaña estadounidense de fomento de la lectura. Lo he visto en Entrecomics.

jueves, 10 de enero de 2008

It´s a bird, it´s a plane. No! She is... Super Virgin!!!


La idea es de Soasig Chamaillard (via). Mi otra versión muy favorita es la rubia por excelencia con cara de delirio postorgásmico que tienen bajo estas letras. Aunque, si he de decirles la verdad, con ésto me pasa como con las galletas del surtido Cuétara: no sabría con cuál quedarme.


El espíritu del Jesucristo colega persiste, que no está mal para los tiempos que corren. Aunque, si nos sumimos del todo en esto de la Posmodernidad, me quedo con estas santas santísimas...

martes, 8 de enero de 2008

Perdida

He desayunado un yogur en el baño, sentada sobre la tapa del váter, mientras pensaba que hoy era un día capicúa. Luego he metido otros dos yogures en la mochila y he cerrado la puerta de casa. Mi lobo feroz dijo una vez aquello de que la lotería es el impuesto que pagamos por ser estúpidos. Me ha saludado con la inercia de un martes que es lunes. Y no suelo ruborizarme pero huele a limpio, ese olor del que tanto se ha hablado en libros y películas, un no aroma familiar que te sube los colores y te dilata las pupilas porque te recuerda a la primera vez, a días que nunca creíste que pudieran compararse con otros, a momentos extraños y determinantes. Hace un momento he leído en un no lugar (que sí lo es) que la vida, más que un paroxismo, es puro metalenguaje, pero solo si te arriesgas a formar parte del contexto. Lo sumo a mi mal de archivo, de todos mis vértices, el favorito de hoy.

Cuando subo en ascensor doy al botón con el nudillo de mi dedo índice. Nunca con la yema. Algo parecido me pasa cuando hablo. Pero el toc, toc de mis articulaciones deriva suavemente en tocar, sin remordimientos, sobre todo por la espalda. Bofetada contra azucarillo. O al revés. Angélica Liddell hace teatro porque si no se pegaría un tiro. Otra niña perdida dice que leer a Houellebecq resulta capital para no quitarse la vida. Camille Claudel era orgullosa, pero se retrató "implorante, humillada, arrodillada, desnuda". Y parece que solo me enganchan las mujeres desmedidas. Perdidas y sin rumbo aparente. Frías o calcinadas. Nunca templadas.

Ayer conocí a un duende. Dice que tengo una doble en Amsterdam. Le deseé feliz año.

jueves, 3 de enero de 2008

Apocalípticas y desintegradas

Querría incendiar la rabiosa actualidad y dejarla reducida a cenizas. A cenizas. Últimamente solo pienso en destruir. Para construir. Pero se me quitan las ganas de ésto último cuando leo la prensa por las mañanas. El circo político me agota. El drama cotidiano me desespera. El discurso contemplativo de las féminas de mi alrededor me frustra. Mucho. Según Virgine Despentes respondemos a una programación de siglos. Lo tenemos grabado a fuego en los genes. Puta, virgen o madre. Mierda. Modernas y liberadas, si, pero de mentira. Definiéndonos por contraste con el resto. Yo no soy ella, pienso cuando camino por la calle. Ni ella. Ni esa de allí ¿La otra soy yo? Matrimonio y prostitución. Subrayando la delgada línea. Con rotulador rojo. Porque no has de dudarlo, estás hablando con una perfecta señorita. De ahí la contención.

martes, 1 de enero de 2008

Año Nuevo en un hotel...

Desgastarme entera. Tus labios en mi ombligo. Los problemas bajo la cama. Un bloody mary entre tus manos. Pensar en otros. En otras. Jugar a que nos queremos. Las sábanas y mi postura, forzadas. Dejar de crecer. Ser tu eterna adolescente. Tu conejita duracell.

Año Nuevo en el Hotel Chevalier...