Las mañanas me suelen costar. Reunir las fuerzas suficientes y decidir que ya es hora. Ya es hora. Maquillarte con tu mejor traje. Sonreir. Y abrir la puerta a un nuevo día laboral. Las mañanas parecen costarle a todo el mundo. No me consuela. Las sonrisas escasean en el subterráneo. No te digo ya las risas. Lo que si encuentras bordeando las nueve son prisas. A una letra de diferencia, las manos en los bolsillos, mirada en los zapatos y, uy! alguien sujeta la puerta. Corres, porque un gesto así no hay que despreciarlo. Saludas a la kioskera y reparas en la anciana con la que coincides algunas veces. Parece cansada de todo y, aún así, se agarra a su bolso por las mañanas y sale. A pasear.
Últimamente compro libros, o por impulso o por recomendaciones de otros. Tengo una Casa del Libro cerca del trabajo. Se puede tomar café de Colombia en su interior. Pero sigue siendo una tienda muy de esta zona. Los títulos arriesgados miran tímidamente desde sus estanterías. Los grandes protagonistas son Ken Follet y Peñafiel. La ciencia ficción, junto a la literatura extranjera de bolsillo, se oculta tras la zona infantil. Unas mesitas de colores hacen de este lugar un sitio acogedor. En ellas encuentras a madres exhaustas al final del día que leen a sus criaturas mientras sorben su café recién tostado.
Ayer me perdí un ratito entre sus estanterías después del trabajo. Nunca vi tan fuera de lugar La conjura de los necios o Plataforma de Houllebecq. Llamó mi atención un pequeño tomo de cuentos de Maupassant, una curiosa selección de cuentos cargaditos de erotismo. Junto a la sección de cuentos infantiles. Puede parecer irónico. O subversivo. Una revolución sutil y deliciosa, pensé. Y me fui a casa con mi caza en la mochila, consciente de mi reciente glotonería literaria, pero con burbujas en las manos llenitas de deseos. A punto de hacerlos estallar...
La imagen es de una ilustradora arrebatadora, Rebecca Dautremer.
miércoles, 30 de enero de 2008
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4 comentarios:
en la carta con destino a tus manos, escribí la palabra kiosko, o kiosco, no sé...
y me encantan las burbujas, observar cómo se buscan entre ellas para estallar en compañía...
y te quiero!!!
seamos pompassss!!!
Me gusta.
Hola Pequeña.
Hoy terminé de leer un libro de Javier Marías: "Vidas escritas", con muchas anécdotas de escritores.
Hay un capítulo referente a la correspondencia entre Turgueniev y Flaubert. Transcribo:
"En cuanto al discípulo de Flaubert Maupassant, más que leer sus cuentos preferían escuchar boquiabiertos sus aventuras prodigiosas: 'Me ha escrito últimamente que en tres días había echado ¡diecinueve polvos!', comenta admirado Flaubert un día de 1877. 'Eso está muy bien', añade, 'pero tengo miedo de que acabe deshaciéndose en esperma. ¡Nosotros no estamos ya para esos trotes, mi buen amigo!'."
Sí, extraño lugar para Maupassant...
¿Qué libros cazaste?
Abrazo burbujeante.
Ahora sé por qué cada vez que busco literatura alternativa tengo que irme a la sección de bolsillo. Nunca se me ocurrió buscar en la sección infantil.
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