Últimamente pienso en cosas que pasaron hace mucho tiempo. Me siento más ligera después de enviar unas cuantas cartas. Hubo un tiempo en el que yo era epistolar. Luego, perdí la costumbre de enviarlas. Siempre he tenido la impresión de que nos construimos mientras escribimos. He conocido hermosas almas que necesitaban de muchas palabras para definirse. Enmarcarse en rojo, de ahí los pintalabios. Pero el rojo es un color terrible. Decir que es un significante preñado de demasiados significados es redundante pero necesario. También es un símbolo. Pero, sobre todo, es un marco referencial. Todo esto venía a propósito de un recuerdo y de una persona. Dos mujeres me han levantado esta mañana. Una que, vestida de rojo, bailaba en una piscina llena de tiburones. Perfectamente definida, como puta, como extraña, como criatura liberada y libertaria. Otra que, más que mujer, es un recuerdo de una enamorada. Ella pertenece a ese mundo de magia, cosas pequeñas y duendes que solo se pierden en los mapas. Una observadora con cierta afición al contagio. Y, es curioso, pero suele ser un mal síntoma que todos hablen mal de sus ex. Este rigor a la hora de satanizar es el que me asombra. Y lo entiendo. No hay que dejarlas salir sin correa. Peligrosas todas ellas si leen. No obstante, a mi siempre me gustaron más las que se decidieron por escribir...
La imagen pertenece a una campaña estadounidense de fomento de la lectura. Lo he visto en Entrecomics.
domingo, 13 de enero de 2008
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1 comentario:
Qué imagen más chula!!! Tiene un nosequé de nostálgica, como si leer fuera una cosa MUY en desuso, vieja y trasnochada...
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