miércoles, 26 de septiembre de 2007

Que me corten la cabeza...


Dulce niña abominable

no me pidas zarpar en el pequod
contigo a lo largo del primer sueño
pues me presiden de viejo
bichos vigilantes

no llegues a los bosques de sherwood
para dedicarme el alba
ni tomes bisnagar y samarkanda
ni sobrevueles en alfombra
las playas de liliput

no vayas a la isla de nunca jamás
a abrirme en homenaje ventanas
al océano y aprenderte de memoria
los itinerarios del viento

podría agradecerte eternamente
cualquier estilográfica
que robaras por mí
allá en la corte de oz y esa revolución
de amores que tenías previsto
fraguar un quince de junio
en las catacumbas de wonderland

pero eso no cambiaría nada

lo mío no es una
alegría concreta sino tinieblas
en general

yo sólo sé un ratito
de los fuegos artificiales del alma
y sus rarezas
y de esa muerte ritual
que adorna
el espacio de los vanos gestos

no soy aquella muñeca
vestida de azul ni voy a ofrecerte
nunca tres ovejas en una cabaña

llevo los sésamos cerrados
por defunción
vivo al amparo de mis ogros
de mis monstruos
de mis sanos fantasmas

yo amo únicamente las criptas que albergo
y los pantanos que reboso

quiero quedarme por favor así
con todo ese fiel horror en calma

La escribiente es Tina Suárez Rojas y la dibujante es Lisbeth Zwerger. Hermosas cuentistas. Las dos.

2 comentarios:

alejandro dijo...

Qué fantástico estar en el Festival internacional de cine de San Sebastián, la envidio. Este año, en Abril, estuve en el Festival internacional de cine independiente de Buenos Aires, más de 500 películas de casi 50 países, me llamó mucho la atención la gran cantidad de directores jóvenes con tremendo talento, recuerdo a uno argentino, Pablo Fendrik, quien dirige y escribe una notable película, "El asaltante", por su simpleza e intenso dramatismo, con una cámara a lo Dogma, captando cada poro de emoción..
Ah! Tina Suárez Rojas, la descubrí gracias a usted, leerla es como escuchar jazz.
Cuídese pequeña!

Elisa McCausland dijo...

Ya sabe que usted es bienvenido en ambos reinos. Por aquí puede que no me reconozca tan bien como en mi otro hogar. Y me cuido, poco, pero algo hago...