martes, 5 de febrero de 2008

Amueblando el Reinohueco

Si empezara este viaje desde mi mapa preferido me daría un baño atómico en el Mar Muerto, volaría subida al mejor sueño de la semana pasada y me perdería entre viandantes de mentira, perfectamente modelados por las manos de un artista extinto y eterno.

Aprovecharía para coger impulso y saltar el charco. Dicen que Lucien Freud está tremendo en esta época del año. Volvería a nado y me dejaría caer por algunos escenarios americanos en tierras del norte, no compartiría mis esdrújulos momentos (húmedos) y repasaría las últimas pistas para este fin de semana. Una, dos, tres y cuatro.

The Cure ya no es lo que fue, pero los hombres maquillados me desarman. Tengo debilidad por la toxicidad; respiro mejor cuando estoy congestionada de presentes contínuos.

El cielo de esta ciudad es eléctrico al anochecer y brillante por las mañanas. Cuento con una mano a las chicas que invitaría a chicles de aquí a la boca del metro. Febrero no es enero. Y oil al revés es lío. Resbalo. Cierro los ojos y me siento en el borde. Tímida, terrible y triste. La t me apunta al corazón y me taladra los ovarios.

Y tengo una tetera sobria. Habita el hueco que, a veces, deja tu cafetera. Con mucho azúcar, por favor. No creo que aguante hasta el jueves sin llorar, o sin descubrir algo nuevo. Dicen que hay gente adicta a la belleza. Y me gusta la idea del eterno retorno. Sentirme binaria, una vez más. Para buscar entre tantas cintas viejas nuestra banda sonora original.

1 comentario:

Miriam Jaramillo dijo...

De visita en tu blog. Me encanta como escribes. Regresare a leerte. Con infinito respeto.