No hay escasez de personajes femeninos en la tradición literaria y el novelista, él o ella, saca sus ideas sobre las mujeres de las mismas fuentes que todo el mundo. De los medios de comunicación, de los libros, de las películas, la radio, la televisión y los periódicos, de su casa y de la escuela, de la cultura en general, del conjunto de la opinión pública. Afortunadamente, a veces también de la propia experiencia, que contradice todo lo anterior. Pero mi personaje hipotético podrá escoger entre muchas antepasadas literarias.
Por ejemplo, podría escribir algo sobre las viejas hechiceras, las sibilas de Delfos, las tres hadas, las brujas malignas, las diosas del bien, las diosas del mal, las medusas con cabezas de serpiente que convertían a los hombres en piedras, sirenas sin alma, sirenitas sin lengua, reinas de las nieves, sirenas con sus cantos, arpías con alas, esfinges con y sin secretos, mujeres que se convierten en dragones, dragones que se convierten en mujeres, la madre de Grendel; también sobre madrastras malignas, suegras cómicas, hadas madrinas, madres adoptivas, madres biológicas, madres locas, Medea que mató a sus propios hijos, lady Macbeth y su culpa, Eva, la madre de todos nosotros, todo un océano de maternidad, y madre, ¿qué tengo que hacer contigo?
Y también sobre Wonder Woman, Superwoman, Batwoman, Mary Marvel, Catwoman y sobre Ella, de Rider Haggard, con sus superpoderes y su brazo eléctrico que puede matar de un abrazo a un común mortal.
La maldición de Eva, o lo que aprendí en el colegio - Margaret Atwood
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En este ensayo la buena de Margaret habla de muchos más estereotipos, pero se deja fuera a la primera, a Lilith. Todo un detalle. Pero incluye a las superheroínas. Curioso...
lunes, 1 de septiembre de 2008
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