jueves, 15 de enero de 2009

Como una muñeca rusa

No se trata de celebrar la diferencia sino de aplaudir la diversidad. Una vez me dijeron que la convivencia no se consigue uniformando, pero me costó imaginar a las personas unidas presisamente por aquello que las hace distintas. Las dificultades se agravan. Y yo quiero levedad. Como la de aquella sonrisa inglesa, con la posibilidad de una isla por montera. Y dejar de creer que el tedio es lo que mueve el mundo, aunque Umbral lo escriba en las paredes de los no lugares. Nos hemos vuelto demasiado exigentes, con nuestros cuerpos. Poco le pedimos a nuestras almas maniatadas. De ahí esta profunda tristeza.

Ayer miré a una desconocida y la idealicé. No lo había hecho este año y me pareció curioso. Las expectativas marcan el camino de baldosas amarillas. No dejo de caer por esta madriguera de espejos invertidos. Hoy el reflejo duele. Tengo que empezar a vestir máscaras, me digo. Como una muñeca rusa. Como una jodida sociópata protagonista de alguna película olvidada de serie b.

2 comentarios:

María Merioma dijo...

Los deseos son la cubierta de las expectativas... a ellas les gusta disfrazarse de deseos para parecer más espontáneas.

No me gusta el invierno, me da tiempo para pensar, me quita espontaneidad, nada fluye de la misma manera... ¿será porque voy por la calle cubierta de capas?

Elisa McCausland dijo...

O porque enero es un mes transición...