Neil Gaiman gusta de construir personajes femeninos potentes, intensos, valientes. Como experto en relatar viajes inciáticos - podríamos decir que se ha especializado en este tipo de relatos - este cuentacuentos inglés le toma prestado a Lewis Carrol algunos elementos para contarnos la historia de una niña que decide habitar el otro lado del espejo. Selick respeta el imaginario, incluso le da una vuelta de tuerca y acierta en los diseños - colores saturados, línea blanda y decorados perfectamente resueltos -. El pelo azul de Coraline, los ojos de cristal del gato negro, el mobiliario de la otra madre... son detalles del arte de la película que enamoran al más escéptico. Selick rescata del libro una estética a la que impregna su propio estilo, más parecido este al visto en James y el melocotón gigante que al que aplicara, al alimón, con Tim Burton en Pesadilla antes de Navidad.
Pero, más allá de la fabulosa pirotecnia, me ha decepcionado la inclusión de un personaje que no estaba ni en el cuento, ni en el cómic, y que diluye la responsabilidad del personaje protagonista en el final de la historia. Porque en el relato en el que se inspira la película la otra madre es víctima de las relaciones estereotipadas entre hijas y progenitoras; porque Coraline es una Alicia exploradora, no una niña programada; porque incluir a un compañero de camino en un viaje iniciático de estas caraterísticas es entender mal Alicia en el País de las Maravillas. Gaiman utiliza la metáfora especular con una intención y Selick la obvia con la consiguiente simplificación del argumento.
Más allá de esta ligera reflexión de género, la película merece los casi ocho euros de la entrada. Eso sí, lean el libro. Me lo agradecerán.
4 comentarios:
totalmente de acuerdo :/
la reseña es en tu honor, que lo sepas ;)
oh! sonrojada me hallo n_n
A mi no me gusto el final de la película, me quedo con el libro
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