miércoles, 3 de octubre de 2007

En el paraíso perdido de Milton, buscando una tuerca...

Deckard y Ridley Scott hablaron largo y tendido sobre su viaje a Marte. Como un Adán cualquiera, se dispuso a buscar a una Eva sin recuerdos a la que moldear "a su imagen y semejanza". También se preguntó de dónde venían las palabras. "Pienso, luego existo" solía decir, pero ¿Pienso, luego hablo? Se quedó sentado meditando. Pasaron las horas. Debía comprar el billete de ida para él y su Eva. De repente y sin avisar, Sean Young apareció en escena, como por arte de magia. Enigmática y letal, como en cada uno de sus sueños. Le ofrece manzanas transgénicas a cambio de un beso y una salida. Pero ella no es de verdad. Piensa, siente, existe, pero le falta una tuerca. "No te preocupes, pequeña, yo te recompondré. Si salí del Templo Maldito con una rubia oxigenada, podré sacarte de aquí entera". La agarró de la cintura y marcharon rumbo a Marte, pero a él se le olvidó preguntarle la fecha de caducidad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Solo los sin tuerca son felices en Marte, Miss Delirio...

Al que todo le funciona ni siquiera sabe que está preso.