martes, 18 de diciembre de 2007

La gata de Ulises


Lucrecia, mi amante, es la sombra
de todas aquellas que han intentado mostrarse tangibles
por el solo placer de sentirse vulgares.

Ellos han intentado ligarla a la realidad de sus caderas.

Yo, ambicioso también, creo que la engaño,
porque le regalo pintalabios y sombra de ojos,
tacones de aguja y corsés de cuero y seda;
en nuestro delirio corporal
le suelo pedir que se case conmigo.

Se engaña, la engaño, nos engañamos todos;
Ilesos, casi enamorados,
creo posible escapar de mi tristeza especular.

Como mi amante,
cuido mis instrumentos y limpio mi armamento,
y pese a mis deseos,
cada día que pasa veo más lejana
la posibilidad de que su templo sea la cura a mi tormento.


Conozcan otras (per)versiones en la Revista Literaria Termita Caribe

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Poderosa recomendación...

Elisa McCausland dijo...

Poder, poderoso, empoderamiento... oyendo una entrevista de Beatriz Preciado hace unos días me he enamorado del concepto: empoderamiento!

Anónimo dijo...

huele a gato encerrado...

(no lo tengas en cuenta, hace calor y esas cosas)

besito!!!


Pieris...

Elisa McCausland dijo...

Huele a gato encerrado... o gata

:P

Anónimo dijo...

Reitero, la pequeña delirio es una de las más jóvenes y prometedoras poetas españolas de la posmodernidad. Me gustaría disfrutar en formato de libro una antología de su universo onírico.