Un duende extraño me ha regalado una baraja incompleta. Los corazones de estos naipes son rojos, muy rojos, como las rosas de American Beauty. Como las rodillas de una niña desobediente. Tengo chicles de canela en el bolsillo. He vuelto al chocolate blanco y al té de vainilla. Me apetece caminar por la ciudad, como aquel paseante de los ochenta, y atrapar las barberías añejas con mi objetivo. La mujer es la cámara, mirada y reflejo. Y el corte de pelo es importante, al igual que el maquillaje que te hace parecer menos agotada, más sana. En lo epistolar hay cuerpo y letra. Y la casualidad es un pilar fundamental de esta ciudad, sobre todo si ayuda a que las paseantes se reconozcan. Faltan colores en la paleta, por encima de las nubes. En el firmamento. Ya nada es lo que parece. Pegadme en la cara con la ilusión de la tábula rasa, como en verano con aquella agenda, pero cambiando de estación. Siguiente parada: el principio de todas las cosas (sagrado, por ende, censurado).
Haemoglobin - Placebo
viernes, 2 de enero de 2009
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2 comentarios:
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Delirio, al final no he sabido qué contenía el sobre misterioso...
No te mentiré pero utilizo tu blog como esa serie que tanto te gusta, que te muerdes las ganas para darte luego un atracón...
Así, cada vez que vengo me atrapa la vorágine de curvas y silencios y verdes y delirios...
Por cierto, que esta mañana me tomé un café con CallowLily y me acordé de ti ;)
Un beso, reina!
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