martes, 9 de junio de 2009

Lewis Carrol, Christina Dallas y las niñas


“No hay ninguna indicación de que Carroll fuera consciente de que pudiera haber otra cosa que la más pura inocencia en sus relaciones con estas niñitas y no hay tampoco la menor señal de impropiedad en ninguno de los afectuosos recuerdos que docenas de ellas escribieron después sobre él. Había una tendencia en la Inglaterra victoriana, reflejada en la literatura de la época, a idealizar la belleza y la pureza virginal de las pequeñas niñas. Sin duda, esto ayudó a Carroll a suponer que su atracción hacia ellas estaba en un plano altamente espiritual, aunque, por supuesto, esto difícilmente sea una explicación suficiente de este interés. Carroll ha sido comparado con Humbert Humbert, el narrador de Lolita. Es cierto que los dos tenían pasión por las niñas pequeñas, pero sus objetivos eran exactamente opuestos. Las “nínfulas” de Humbert Humbert eran criaturas para iniciar carnalmente. Las pequeñas niñas de Carroll lo atraían precisamente porque se sentía sexualmente a salvo con ellas. El punto que distingue a Carroll de otros escritores que vivieron vidas sin sexo (Thoreau, Henry James, ...) y de escritores que fueron fuertemente atraídos por niñas pequeñas (Poe, Ernest Dowson, ...) fue esta combinación curiosa, casi única en la historia de la literatura, de una inocencia sexual completa con un pasión que sólo puede ser descripta como enteramente heterosexual.”

El texto es de Martin Gardner, pero lo extraje de este artículo. Las gemelas perturbadoras están firmadas por una fotógrafa estadounidense, Christina Dallas...

2 comentarios:

Comtessa d´Angeville dijo...

Hay una novela en valenciano, El col·leccionista de fades, de Josep Ballester, que és una delícia sobre Carroll i su debilidad. Espero que más pronto o más tarde la traduzcan al castellano, porque es buenísima buenísima. No se nombra directamente a Carroll en ningún momento, pero se intuye, y a través de su diario se explica toda esa turbación, esa debilidad... él es diácono, pero en su diario escribe la atracción que siente por las niñas, sus deseos, y cómo intenta contenerlos... Se cartea con Freud, sabe que lo suyo no está bien intenta arreglarlo... Es que llegas a ponerte casi casi de parte de él, llegas a entenderlo, es angustioso en ocasiones... En fin, si llega la traducción, te lo regalaré.

Elisa McCausland dijo...

Jo, me encantaría leerlo ;)