jueves, 13 de agosto de 2009

Entremundos

Estos días me encuentro en Entremundos, algo así como una Interzona de trabajos pendientes, delirios nocturnos y ocio extraño, desmedido. Escribo cartas. Compro sobres. Pregunto -urgentemente-por algunas direcciones. Y me saco el pasaporte. Me hice fotos para esa identidad. Con flequillo, ojeras y Nabokov en el bolsillo. He descubierto, contra pronóstico, que Amelie Nothomb puede llegar a ser más que terapéutica. Ayuda a volar. Las identidades caducan, pero no avisan, ni huelen, tampoco saben. Identidades diluidas, la bebida del verano. Preparar maletas, sin exámenes de septiembre a la vista. Solo trabajo. Y cómics, muchos cómics.

Ayer fui a ver a Annie Leibovitz a Alcalá 31. Se nos escurrieron los noventa, entre las piernas, se nos fueron por el desagüe. Demi Moore y Bruce Willis teniendo bebés en portada de Vanity Fair. Bill Clinton en el Despacho Oval. Johnny Depp y Kate Moss sobre una cama a medio hacer. Un collage de momentos cercenados. Congelados. Combinados con la vida de la fotógrafa. Y la colección de conchas de Susan Sontag, su colección de piedras también. Recuerdos (ex)puestos en blancas paredes, listos para ser deglutidos, sin masticar. Annie amaba-admiraba-respetaba a Susan. Mi padre dice que no le gustó la excesiva presencia de la filósofa en la exposición, que anulaba a la Leibovitz como creadora. Yo creo que Annie era perfecta para Susan porque era una observadora, una voyeur nata. Ella confiesa en un pie de foto por qué considera que la fotografía de estudio no se le da bien - ocupa todo el tiempo mirando y no habla con el fotografiado, no lo alimenta, como haría un Avedon, solo lo ausculta - pero, a su vez, dice no ser fotoperiodista. Leibovitz busca la verdad, su verdad, y no dejaba de mirar a Sontag porque quería ver lo que ella veía, atrapar el momento en el que esta descubría. Joder, la Leibovitz es una amante de las de verdad.

Madrid arde. Madrid quema. Echo de menos Lisboa - bella, triste, silenciosa, amable, brillante - y su luz (más luz). En unos días comienzo otro viaje. Caminaré hacia atrás, pondré en orden mis recuerdos, jugaré con la arena del Caribe. Suena estimulante ¿no creen? Y hasta me han encargado que busque un disco. Dudo sobre qué lectura llevar. Nabokov ya está encerrado en la mochila y demasiados ensayos me esperan en septiembre como para hacerlos compañeros de viaje. Siempre queda la poesía ¿Sugerencias?

6 comentarios:

KALIGULA en Kandor dijo...

Aiba, pero si tienes 11 dedos en los pies!

Carlos Merino dijo...

Me temo que recomendarte poesi'a es algo demasiado aventurado para mi. Me gusta Fayad Jamís.

Pero si' me gustari'a comentarte que escribi' algo en mi blog al hilo de uno de tus arti'culos de ma's abajo.

http://cuacomekiki.blogspot.com/2009/08/monstruos-contra-alienigenas-una.html

Que disfrutes de tus vacaciones.

Elisa McCausland dijo...

Soy mutante :)

Y tendré en cuenta la recomendación... me paso por tu casa a leer ;)

Werewolfie dijo...

Si tu visita por las interzonas es algo puntual, te felicito: lo mío es algo crónico. Y sobre poesía... ¿Has leído alguno de los libros de Fernández Mallo? A mí me gusta especialmente Creta lateral travelling. Mu moderno y gaphaphasta y molongui. Y siempre tenemos a los clásicos... Yo estoy (re)descubriendo a Rubén Darío, pero confieso que me empalaga. Mucho mejor Quevedo. Y los tipos de cabecera emogoth, Baudelaire y cía...

Elisa McCausland dijo...

Mmm, de poesía de Fernández Mallo he leído Carne de Pixel, que me gusta bastante. Me apunto tu recomendación... y, para el viaje, voy a ver qué tal Johnatan Lethem :)

Duckland dijo...

Ya te habrás ido, reina mía, y no me habrás visto, que compartimos esas mismas paredes donde Annie le contó al ardiente y levantado asfalto de Madrid, y no me habrás visto. Pero tampoco yo, que no suelo ver por dónde voy. Pero me alegra pensar que nos cruzamos...

Al caribe... llévate a Beckett, Samuel de nombre. Le harás un favor, que necesita un poco de aire, el hombre.

Disfruta reina.