domingo, 20 de septiembre de 2009

Lágrimas de Eros


Una sensación de caducidad nos abruma si oponemos el cálculo racional al desenfreno sin medida, a la ausencia de miedo… No obstante, ya lo sabemos, no accedemos enseguida a la abundancia de la posibilidad. Como la venganza – ese plato que se come frío -, el conocimiento, embelesado, pero claro y evidente, de nuestros recursos, desea el aplacamiento de la violencia, el enfriamiento relativo de las pasiones. Algunos hombres solo consuman sus posibilidades en dos tiempos: primero, el de su desenfreno; segundo, el de la conciencia. Debemos evaluar lo que perdemos a causa de la conciencia, pero también debemos, desde el principio, advertir que, conforme a esta humanidad en la que estamos encerrados, la lucidez de la conciencia significa el enfriamiento de la pasión. Vinculada a la conciencia, estimamos la inevitable decadencia… Y no es menos cierto este principio: no podemos establecer diferencia entre lo humano y la conciencia… Lo que no es consciente no es humano.

Las lágrimas de Eros – Georges Bataille

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