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Desde mi hora más tierna no he sido como otros fueron y no he visto lo que otros vieron. Puede que pudiera extraer de una fuente parecida algún que otro placer, pero mi desconsuelo me ha acompañado todos los días. Mi corazón ha logrado vibrar alguna vez al mismo tono y siempre he deseado amarlo todo, pero nunca sola.
Me revelo como una niña de corazón cálido y de pies fríos, de infancia perpetua y juguetes rotos; aún así, compartidos. Una chica (que no mujer) a medio hacer que escoge la primera persona para acercarse a quien lee, pero que prefiere las máscaras literarias, seudónimos y demás recursos de cobardes para construir realidades que se escapen de las percepciones lineales; más allá de biografías y heridas de guerra, suturas de emergencia y noches de delirio alcohólico en no-lugares.
Porque
alone no suena igual que
sola. Porque los poemas de Poe retumban, intrigan; no perdonan.