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Cuando la refundación del capitalismo todavía sigue siendo una promesa de la
Era Obama, multimillonarios -como Tony Stark- deciden recordarle al mundo que el sistema es válido, pero solo si la ética le acompaña. El futuro está en la inversión en Investigación y Desarrollo, en la tecnología aplicada, en la promesa de un mañana mejor sustentado en el cambio tecnológico. Una promesa heredada del espíritu emprendedor de los sesenta, de ese capitalismo bienintencionado impulsado por la anterior generación.
La otra cara de la moneda, el lado oscuro del sistema, lo representa Justin Hummer -en las carnes de Sam Rockwell-, multimillonario también, pero de los que gustan de los contratos que ofrece el Estado para colocar sus imitaciones. Un pervertidor del libre mercado -ladrón de ideas, tramposo y especulador- que solo piensa en el beneficio propio, en el mal ajeno, cueste lo que cueste. El perfecto villano por contraste. Y, en medio de esta fábula corporativa -con el fantasma del comunismo reducido a un villano de segunda y a una espía reformada- Nick Furia apela al patriotismo desde los márgenes, al deber en compañía de otros –preludio de la obra coral prevista para 2012-.
Conclusión: Si en la primera entrega la codicia residía en una rama retorcida del árbol de familia, este segundo capítulo de las aventuras del millonario caradura -ahora reformado- nos intenta convencer de que existe un capitalismo responsable, marca de la casa. Los héroes no atacan, sino que defienden, como es tradición, el modo de vida americano. Porque los tiempos cambian... para que todo siga igual.