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Llevo tiempo queriendo escribir un post sobre la conflictiva relación entre cuentos tradicionales, chicas Disney y roles de género.
Ilustradores y
fotógrafos han tratado entre sus temas esta doble cara de los cuentos que forman parte del imaginario colectivo occidental.
Imágenes perversas,
parodias domésticas o
versiones posmodernas. Pero la representación de las féminas disney tiene un claro propósito: programación de género; esa es la razón por la que
Encantada debería estar prohibida para niñ@s menores de trece años, el daño que esta película puede ocasionarle a una tierna mente infantil (o prepúber) es incalculable. Algo parecido pasa con casi todas las heroínas (o princesas) Disney. Desde su relanzamiento noventero, esta compañía se propuso terminar con la imagen de explícita sumisión de sus anteriores heroínas - Blancanieves, Cenicienta, la Bella Durmiente -, aunque destacaría tanto a Alicia como Campanilla como agradables excepciones – también es cierto que estas dos últimas no eran, técnicamente,
"princesas"-.
Las películas de los noventa empezaban muy bien: Ariel desobedece a su padre para poder vivir aventuras; Bella, harta de su aburrida vida provinciana, se refugia en la biblioteca de su pueblo; a Jasmine le horroriza la idea de tener que casarse con un príncipe pretencioso y decide dejar palacio con nocturnidad para ver qué hay más allá de sus muros; Pocahontas monta en canoa, pasea por el bosque y liga con extraños; Mulan se corta el pelo y se hace pasar por un hombre para irse a la guerra; Esmeralda hace de París su parque de atracciones; Megara finge ser una dama en apuros para chantajear a los aprendices de héroe de turno..., y así podría enumerar otros tantos principios prometedores donde la heroína no es representada como una comparsa, una víctima, una madre protectora o un objeto de deseo dentro del universo simbólico del cuento.
Pero la decepción no se hace esperar debido, principalmente, a la figura del padre. Todas las
“princesas” que he enumerado tienen una figura paternal hondeando sobre sus cabezas, la misma figura que exige, da permisos o limita el desarrollo de estos personajes. Pensad en
la escena final de La Sirenita, o en cómo el padre de Jasmine cambia la ley sobre el matrimonio después de hora y media de metraje para que su hija se case con la
“rata callejera”, la misma que le ha prometido enseñarle a
whole new world a la princesa, como si ella no pudiera comprarse su propia alfombra mágica para hacer turismo. Algo parecido ocurre con Bella, la más lanzada (por aquello de bordear el bestialismo). Quiere vivir aventuras y
"compartirlas con un amigo de verdad", pero se termina casando con un príncipe caprichoso que la confinará en un palacio. Eso sí, al menos tendrá una biblioteca en condiciones.
El peso de la figura paternal también se deja sentir en
Pocahontas y
Mulan. A la primera le puede el deber y a la segunda le motiva el hecho de no estar programada para ser “una buena esposa”, lo que repercute en el honor familiar, razón por la cual se traviste para alistarse en el Ejército. Mulan es transgresora, en parte, porque deja al descubierto algunos de los mecanismos de la producción del género (performativos la mayoría de ellos), maravillosamente recogidos
en esta escena. No obstante, mi crítica viene por la parte del honor hacia la figura paterna. Su motivación última es agradar a su padre y, ya de paso, el final feliz también implica boda (con un capitán, nada menos).
Si me preguntan cual es el mejor modelo femenino parido por la Disney, sin pestañear les diré que Lilo (De
Lilo & Stitch). Fanática de Elvis, fotógrafa, irónica… es poderosa precisamente porque es una infante cuya programación de género excluye los lazos rosas, las muñecas y los chicos. Y porque es una niña anticanónica, lo que normaliza gustos y actitudes diferentes de cara al posterior consumo por parte de la chavalería, la misma que se terminará identificando con estos u otros roles, pero que deberían tener más donde elegir. No deja de resultarme curioso que las más interesantes representaciones de heroínas animadas de los últimos años hayan venido del Estudio Ghibli – la princesa Mononoke y Chihiro -. Y no he hablado de Pixar, pero eso es ya carne de otro post…
*Bola extra: Tres escenas Disney explícitamente sexuales: (
Una,
dos y
tres)
*Bola extra 2: Dos videos con comentarios a algunas escenas "perversas" Disney: (
Una y
dos)